RECUPERANDO LO PERDIDO. ABRIMOS EL SALÓN COMEDOR.
Llegó el tan deseado día, en el comedor amaneció el lunes 29 de marzo con un ambiente especial, se notaba en el ánimo de todos, por fin después de 3 años de COVID recuperábamos el terreno perdido, abrimos con todas la precauciones el Salón Comedor, atrás quedaban las largas colas en la calle, la mesa provisional de distribución, la comida en bolsas, los tappers de un solo uso, el comer en un banco de la calle; hemos vuelto a la dignidad del vaso de cristal y cubiertos metálicos, a la dignidad de comer en una mesa acompañados, a la charla mientras se come y al trato amable entre usuarios.
Ya estaba todo preparado, Sor Isabel inició el rezo del ángelus y al terminar se dio paso a los comensales; la prolongada cola de ellos se extendía a lo largo del pasillo que al aire libre une la zona de acogida con el salón comedor, en la puerta de este, un voluntario regulaba el flujo de personas para controlar el aforo de la sala y al entrar, Sor María luisa ofrecía el gel desinfectante para las manos, en el mostrador de reparto Sor Puri con cuatro voluntarias distribuían los distintos platos que componían el menú en las bandejas que los propios acogidos presentaban al pasar, Sor Isabel aceleraba el paso entrando y saliendo de la cocina para que no faltara de nada y a la vez saludar a unos y a otros preocupándose por su salud o sus familias. Mientras en la cocina ya se había comenzado a limpiar los fogones preparando la gran marmita y la plancha para recibir los alimentos que compondrán el menú de mañana y tres voluntarios se afanaban en recoger las bandejas utilizadas, preparándolas para su fregado automático, en la sala de al lado sor Antonia metida entre patatas, cebollas y tomates seleccionaba los alimentos para elaborar la comida del día siguiente. Al salir los usuarios por la acogida una vez ya saciado el hambre, recogían la bolsa con el bocadillo y la fruta para la cena y alguien pedía por favor una pastilla para el dolor de muelas.
Este corto relato describe un poco una parte del trabajo diario en el Comedor, siendo pura esencia evangélica que las Hijas de la Caridad con el equipo de trabajo y voluntarios llevan a la realidad de la vida de las personas, siguiendo los consejos de Jesús “dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, acoger al forastero, ayudar al enfermo…etc..” todo un programa de actuación para extender el reino de Dios entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Esta fuerte vocación de servicio a los más débiles que se posee en el comedor desde 1904 hasta la actualidad, está bien reconocida por el público en general que se acerca a la sede o a la página web para poner su granito de arena ayudando económicamente en la medida de sus posibilidades y también se plasma en el reconocimiento de las entidades públicas, entre ellas, el ayuntamiento de Sevilla que otorgó la medalla de oro de la ciudad a las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paúl motivada “por su atención a los desfavorecidos, ancianos humildes y toxicómanos” y el distrito de Triana que entregó el galardón de Institución Honorifica del año en la Velá de Santa Ana al Comedor Social de Triana por su labor continuada de asistencia y protección a los más desfavorecidos.
Todo ello nos lleva a Agradecer a todas aquellas personas y entidades públicas y privadas que con su colaboración hacen posible que nuestro trabajo de asistencia, tenga una eficacia real sobre las personas necesitadas que se acercan a nuestras puertas pidiendo ayuda.
ACORDAROS DEL COMEDOR, SIN VOSOTROS NO PODRÍAMOS HACER NADA.